Virus del papiloma del conejo y papilomatosis (verrugas, nódulos en conejos)
En Fort Collins, Colorado, se detectaron conejos con protuberancias oscuras y alargadas en la cabeza y el rostro, descritas localmente como “púas negras” o “tentáculos”. Las autoridades de vida silvestre identificaron como causa el virus del papiloma del conejo, responsable de la papilomatosis lagomorfa que provoca verrugas y nódulos cutáneos.
La papilomatosis se manifiesta por lesiones cutáneas que pueden ser costrosas y pigmentadas; estas formaciones varían en tamaño y forma y, en algunos casos, persisten varios años. La identificación clínica se basa en la apariencia de las excrecencias y en la observación de su evolución estacional.
Síntomas y verrugas visibles (protuberancias, tentáculos)
Los signos más frecuentes incluyen excrecencias negras o costrosas alrededor de la boca, la cabeza y el rostro que a veces se alargan tomando forma de cuernos o tentáculos. En presentaciones severas las lesiones pueden interferir con funciones básicas como la visión o la alimentación.
Las lesiones suelen ser visibles a simple vista y pueden diferir en textura y color según la fase de la infección. Algunos animales muestran crecimiento gradual de las verrugas que puede repetirse año con año, mientras que otros presentan remisión parcial durante los inviernos.
Impacto sobre visión y alimentación
Cuando las excrecencias cubren o deforman los párpados o regiones peri-orales, la capacidad de alimentarse y percibir el entorno se ve comprometida. Estos efectos funcionales aumentan el riesgo de desnutrición y depredación en ejemplares afectados.
En casos avanzados la obstrucción visual y la alteración de la sujeción de alimento pueden llevar a una disminución marcada del estado corporal. La progresión no siempre es rápida, pero su impacto acumulado reduce la capacidad de supervivencia en entornos naturales y en exteriores domésticos.
Transmisión y vectores estacionales (pulgas, garrapatas, contacto directo)
La transmisión ocurre principalmente por insectos vectores como pulgas y garrapatas, con mayor incidencia en los meses de verano cuando la actividad de estos artrópodos se incrementa. El contacto directo entre conejos también puede facilitar la propagación, aunque se considera menos frecuente.
La dinámica estacional sugiere que los brotes y la aparición de nuevas lesiones correlacionan con la presencia activa de vectores; esto provoca fluctuaciones anuales en la carga de infección. El papel de vectores ambientales hace que la prevención en poblaciones silvestres sea compleja.
Riesgos zoonóticos y afectación a otras especies (humanos, perros, fauna)
No existe evidencia confiable de transmisión del virus del papiloma de conejo a humanos, perros u otras especies silvestres examinadas hasta la fecha. Las evaluaciones disponibles indican que el virus tiene especificidad por lagomorfos, lo que reduce el riesgo zoonótico documentado.
Aunque el riesgo directo para personas y mascotas se considera bajo, la manipulación por parte de personas no ajenas puede introducir otras complicaciones sanitarias y de bienestar animal. Las autoridades recomiendan evitar el contacto con especímenes afectados y mantener precauciones estándar frente a la fauna silvestre.
Pronóstico, evolución y posibles complicaciones (manejo clínico)
En general la condición tiende a ser benigna y muchos conejos sobreviven múltiples inviernos con las lesiones presentes. La enfermedad no suele causar dolor salvo cuando las verrugas afectan zonas sensibles o se ulceran, aunque puede debilitar al animal por interferencia funcional.
En conejos domésticos alojados al exterior la infección puede presentar mayor gravedad y a veces requiere intervención veterinaria. Raramente las lesiones pueden evolucionar hacia carcinomas de células escamosas, lo que compromete la alimentación y puede terminar en la muerte si no se maneja adecuadamente.
Cuidados recomendados y precauciones sin manejo directo
La recomendación oficial es no acercarse ni manipular conejos afectados y aplicar las mismas precauciones que con cualquier animal silvestre para minimizar riesgos. Mantener distancia reduce la probabilidad de estrés, lesiones y contaminación cruzada entre animales o personas.
En el caso de conejos domésticos con exposición al exterior, se sugiere consultar a un veterinario para valoración y tratamiento específico en lugar de intentar manejo casero. Evitar la intervención directa también protege a quienes carecen de equipo y formación adecuados para manipular animales potencialmente enfermos.




















































































