Infiltración de registros telefónicos y espionaje digital
En 2018, un individuo vinculado al Cártel de Sinaloa logró acceder a los registros telefónicos de un agregado jurídico adjunto del FBI en la Embajada de Estados Unidos en Ciudad de México. La filtración incluyó información sobre contactos de informantes y datos de geolocalización.
Con esos datos, el cártel pudo rastrear llamadas, monitorear movimientos y documentar reuniones del funcionario mediante cámaras de seguridad. Este nivel de espionaje digital facilitó acciones de intimidación e incluso homicidios de colaboradores.
▶️ Departamento de Justicia de EU revela que agente del FBI fue espiado por un hacker al servicio del cártel de Sinaloa que penetró la red del C5; la información obtenida era usada para intimidar y asesinar informantes.
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— Milenio (@Milenio) June 30, 2025
Auditoría de riesgos en Vigilancia Técnica Ubicua
El incidente se reveló en una auditoría de 42 páginas elaborada por el inspector general del Departamento de Justicia de EE. UU. El informe, parcialmente censurado, evalúa las amenazas inherentes a la Vigilancia Técnica Ubicua (UTS).
En el documento se emplea el caso como ejemplo de los peligros que enfrentan agentes, informantes y operaciones de espionaje. Se subraya la necesidad de revisar protocolos y herramientas de vigilancia para minimizar fugas de información.
Mecanismo del hackeo del Cártel de Sinaloa y piratería informática
Para infiltrar los sistemas, el cártel contrató a un hacker que ofrecía un “menú de servicios” de acceso a dispositivos móviles y electrónicos. El primer paso consistió en identificar a personas de interés que entraban y salían de la Embajada.
Una vez localizado el número del agregado jurídico, el atacante rastreó llamadas y ubicaciones asociadas. A través de técnicas de piratería informática, logró interceptar comunicaciones y puntos GPS relacionados con el objetivo.
Acceso a dispositivos y seguimiento de ubicaciones
El hacker utilizó malware y herramientas de suplantación de señal para interceptar mensajes y extraer coordenadas GPS en tiempo real. Esto permitió un seguimiento continuo de los movimientos del funcionario.
La combinación de geolocalización y análisis de patrones de comunicación descifró la red de contactos del agente, exponiendo tanto su agenda como los itinerarios de sus reuniones.
Utilización de cámaras y control de reuniones
Con los datos obtenidos, el cártel accedió a cámaras de seguridad públicas y privadas en las inmediaciones de la Embajada. Se registraron entradas, salidas y encuentros del agregado jurídico con sus colaboradores.
La documentación visual de estas reuniones sirvió para identificar informantes y reforzar acciones de intimidación. En algunos casos, esta vigilancia acabó en ataques directos contra los colaboradores.
Implicaciones para la seguridad digital
El informe clasifica las amenazas de UTS como “existenciales” para la seguridad de agencias como el FBI y la CIA. La exposición de datos de agentes e informantes supone un riesgo crítico para sus operaciones.
Entre las recomendaciones figura reforzar la capacitación en contrainteligencia digital, actualizar protocolos de manejo de datos y fortalecer mecanismos de encriptación en comunicaciones sensibles.
Aspectos no verificados y lagunas de información
No se han divulgado los nombres de los informantes afectados ni la identidad del empleado del FBI comprometido. Tampoco se ha confirmado la identidad del hacker contratado por el cártel.
La ausencia de detalles sobre estos actores impide dimensionar con precisión las vulnerabilidades explotadas y dificulta la implementación de contramedidas específicas.
