Registro de la histórica captura de Ismael ‘El Mayo’ Zambada
El 25 de julio marca el primer aniversario de la detención del veterano capo conocido como ‘El Mayo’ Zambada. La operación se desplegó en diversos municipios de Sinaloa y combinó recursos de las fuerzas federales y estatales bajo un esquema de vigilancia prolongada.
Desde su arresto se han documentado audiencias y diligencias judiciales en las que se presentaron cargos por narcotráfico, asociación delictuosa y lavado de activos. El seguimiento de las actuaciones revela la estrategia del ministerio público para sustentar la acusación contra el exlíder.
Detalles del proceso operativo
La fase preparatoria del operativo incluyó labores de inteligencia para identificar rutas de abastecimiento y contactos clave. Agentes realizaron vigilancia encubierta durante semanas, recopilando información sobre movimientos de personal y transferencias financieras ligadas al objetivo.
El momento de la detención se ejecutó en un domicilio particular con apoyo aéreo y unidades de fuerzas especiales. Tras neutralizar cualquier resistencia, el detenido fue trasladado a un penal de alta seguridad con estrictos protocolos de custodia.
Impacto en la dinámica del exlíder del Cártel de Sinaloa
La caída de Zambada impactó de inmediato la estructura del Cártel de Sinaloa. Líderes intermedios compitieron por el control de plazas de cobro y distribución, mientras se registraron ajustes en las cadenas de mando internas.
Informes de seguridad interna señalan que la organización adaptó sus rutas de tráfico hacia puertos alternos, incrementando el uso de rutas marítimas menos vigiladas. Al mismo tiempo, se observaron disputas por el control territorial en zonas serranas.
Reconfiguración de redes y tráfico de estupefacientes
Semanas después de la captura se documentaron ataques entre células rivales por la repartición de ganancias. El debilitamiento temporal de la cúpula central impulsó la aparición de grupos emergentes con ambiciones de liderazgo.
La reconfiguración interna ha generado una escalada de violencia regional, con bloqueos carreteros y enfrentamientos armados. La fragmentación del liderazgo añade complejidad a las labores de vigilancia y seguimiento de las operaciones criminales.
