Child’s Play, la nueva película de Chucky, llegó a la pantalla grande para aportar una propuesta interesante sobre el muñeco más aterrador de todos los tiempos.
Y es que el muñeco no llegó de nuevo con el alma del asesino Charles Lee Ray, sino que inventó su propio cuento. Chucky regresó más moderno que nunca, utilizando a la tecnología como aliada para despertar el peor de los terrores.
En este nuevo título, Chucky no goza de una consciencia como tal, sino que se vale de la Inteligencia Artificial para aprender y desenvolverse, pero ¿imaginas a un robot aprendiendo hasta el más mínimo pensamiento perverso de un humano? Así es Buddi, el nuevo muñeco que es asistente y que, según su premisa (perturbadora), es el mejor amigo de los niños.
La película cuenta con un arco argumental digno de ser analizado, puesto que, más allá de ver a un muñeco asesino, se abordan diversos conflictos a los que nos enfrentamos actualmente con el enorme avance tecnológico.
Conducción autónoma

En una escena de la película, es posible ver que existe un nuevo servicio estilo Uber, pero con vehículos que pueden conducirse solos. Si bien esto aún no es realidad, ya existe la conducción autónoma y es vulnerable a un ciberdelito.
El problema de este tipo de tecnología es que un vehículo se puede convertir en un centro de datos sobre ruedas y cualquier parte del auto que se pueda conectar con el mundo exterior, es un posible punto de entrada para atacantes, tal y como lo vimos con Chucky que pudo conectarse desde su smartphone y controlar un automóvil para provocar una tragedia.
Manipulación malintencionada de protocolos de seguridad

Si bien se ha dicho mucho que la Inteligencia Artificial algún día terminará dominándonos, es necesario hacer hincapié en que, detrás de cada desarrollo, hay un humano, por lo que algo malintencionado o un error en la programación, podría derivar un enorme problema.
En Child’s Play, vemos que el origen de todo el problema surge a partir de que un hombre decide vulnerar los protocolos de seguridad en el desarrollo de la programación del muñeco.
Buddi (Chucky) deja de tener limitantes y restricciones, por lo que su aprendizaje automático se convierte en un portal que absorbe absolutamente todo y, a través de la detección de imágenes mediante las cámaras que integra en su cuerpo, comienza a aprender y aprehender comportamientos de la humanidad que ejecuta sin discernir o identificar la moralidad.
Alguien con malas intenciones o un ciberatacante también podría vulnerar a un asistente virtual o inteligente para robo de información, datos o poner en riesgo la integridad del individuo que posea aquel dispositivo/robot/muñeco (en este caso).
Internet de las Cosas y los riesgos de conectar todo

Una vez que algo tiene conexión a Internet, toda la privacidad se vuelve vulnerable. Vemos que Chucky tiene acceso a los aparatos conectados y con ello logra alterar sus funciones básicas para someter a un individuo y así cometer un asesinato brutal. ¿Imaginas aumentar la temperatura de un hogar a su máxima potencia con tan sólo dar una orden desde un smartphone? O, peor aún… ¿Qué tal que alguien decide vulnerar tus cámaras de vigilancia para así poder espiarte?
Si bien el avance en Internet de las Cosas ha rendido grandes frutos, también nos ha dejado expuestos a la violación de privacidad, robo de información sensible y fugas de datos. Por ello, es necesario asegurarse de que todo lo que tengamos conectado esté en constante actualización para evitar posibles huecos que pongan en riesgo nuestra seguridad.
¿Te gustaría tener a un Buddi conectado con los dispositivos de tu hogar?
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