Conflicto interno en el CJNG Michoacán
En 2019, dos figuras relevantes dentro del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) rompieron la cohesión interna tras una serie de acciones violentas que alteraron el control territorial en Michoacán.
Esta disputa reflejó la fragilidad de las alianzas entre líderes regionales y la estructura central del grupo criminal.
El choque de intereses entre operadores del cártel evidenció la existencia de redes de lealtades divididas, donde facciones locales amenazaban con aislar a los líderes nacionales. En esta dinámica, las tensiones emergentes se tradujeron en planes de eliminaciones selectivas.
La denominación “alianza traidor” empezó a circular en comunicados no oficiales, haciendo referencia a la supuesta traición de varios mandos en Tepalcatepec y localidades vecinas.
Este término subraya la percepción de deslealtad interna dentro de la organización.
Intento de asesinato y ruptura de alianza narco
Juan José Farías Álvarez, alias “El Abuelo”, y Alfonso Fernández Magallón, conocido como “El Comandante Poncho”, coordinaron un ataque dirigido contra Miguel Ángel Gallegos Godoy, alias “Migueladas”. El objetivo era eliminar a un operador clave del CJNG, acción que finalmente no prosperó.
El atentado fracasó por la rápida respuesta de los escoltas de “Migueladas” y fallas en la logística de los agresores. Esta operación fallida agudizó la desconfianza entre las facciones y marcó el inicio de una ruptura definitiva de la alianza previa entre ambos bandos.
Como consecuencia de este suceso, la alianza oficial se desintegró, dejando en evidencia la inestabilidad de los pactos criminales en zonas como Aguililla y Coalcomán.
Reacción de El Mencho y violencia en Tepalcatepec
Ante la traición percibida, Nemesio Oseguera Cervantes, apodado “El Mencho”, ordenó el envío de sicarios a Tepalcatepec para confrontar a “El Abuelo” y sus seguidores. En un comunicado audiovisual, los agresores advirtieron represalias contra cualquier aliado del operador local.
La intervención de “El Mencho” intensificó los enfrentamientos y provocó desplazamientos internos de población en busca de seguridad. La eficacia operativa del cártel se vio condicionada por la crisis de mando y la disputa por el control de rutas de traslado de drogas.
La escalada de violencia en la región subrayó la capacidad del CJNG de imponer castigos internos y el alto costo humanitario de los conflictos entre células delictivas.
