Abuso policial en Naucalpan: relato detallado de la agresión
Michelle Cano Hernández, mujer transgénero de 34 años y trabajadora sexual, denunció hechos ocurridos la madrugada del sábado 26 de julio en Naucalpan de Juárez (Estado de México). Según su testimonio, intervino para proteger a un joven al que policías municipales estaban agrediendo sin mediar provocación.
🏳⚧🙋♀‼MUJER TRANS DENUNCIA AGR3SI¡0N POR PARTE DE LOS POLICÍAS DE #Naucalpan @Edomex‼👮❌
📌Michelle Cano denunció que policías municipales de #Naucalpan la detuvieron de manera arbitraria y la golpe3ron, sin protocolos y v¡ol@nd0 la ley.
👉Este lunes, colectivos trans y… pic.twitter.com/pEGb4vfFmK
— QUÉ POCA MADRE 🇲🇽 (@QuePocaMadre_Mx) July 28, 2025
Tras la reacción de la mujer, ambos fueron subidos a una patrulla y trasladados a un paraje solitario detrás de una fábrica en la colonia San Pancho. Allí comenzó un episodio de violencia institucional que incluyó tortura y abuso físico.
Métodos de tortura a persona transgénero: descargas eléctricas y agresiones
La víctima relató que los agentes emplearon descargas eléctricas como mecanismo de coacción. Las corrientes se aplicaron directamente en zonas sensibles del cuerpo, con el objetivo de infligir dolor intenso.
Además de las descargas, los policías utilizaron navajas para causar picaduras y golpes reiterados, concentrándose especialmente en los genitales. La agresión física se combinó con insultos transfóbicos, negando su identidad de género.
Violencia institucional y amenazas de muerte
Durante el cautiverio forzado, los oficiales hicieron constantes amenazas de muerte contra Michelle y su familia. La agente verbalizó datos personales de sus parientes y advirtió que les harían daño si ella insistía en denunciar.
En un acto de coacción psicológica, la mujer fue obligada a grabar un video con una confesión falsa, en la que acusaba al joven de haberla violado y se comprometía a no presentar denuncia contra los policías municipales.
Detención arbitraria y coacción para grabar confesión
El registro forzado de la confesión en video formó parte de un esquema de tortura psicológica. La víctima debía pronunciar un guion impuesto por los agentes para validar una versión de los hechos acorde a sus intereses.
Esta práctica refleja un patrón de detención arbitraria, donde las autoridades municipales utilizaron amenazas y violencia para alterar testimonios y ocultar el abuso cometido.
Abandono en paraje solitario tras golpiza brutal
Tras la agresión física y la coacción psicológica, Michelle fue abandonada en el mismo paraje donde fue torturada. Se reportan patadas en los testículos y golpes contusos en diversas partes del cuerpo.
La víctima corrió hasta un punto donde pudo pedir auxilio, quedando en evidencia el trato negligente y la violación a sus derechos humanos por parte de la policía municipal.




















































































