Suspensión de actividades escolares después del estallido de violencia
Tras el estallido de violencia en Culiacán en septiembre de 2024, 582 de las 978 escuelas locales suspendieron sus actividades. Este cierre masivo de planteles refleja la amplitud del impacto de la violencia Culiacán en la rutina educativa.
En los centros que sí reabrieron, la seguridad seguía siendo incierta y los protocolos de emergencia se reforzaron. La suspensión de actividades escolares provocó desajustes en el calendario académico y obligó a replantear las estrategias de atención al alumnado.
Disminución de asistencia estudiantil por nivel educativo
La asistencia escolar registró niveles mínimos tras el conflicto. En preescolar apenas acudió el 10% de los alumnos, mientras que en primaria se presentó un 11% de asistencia. Estos porcentajes evidencian el temor de las familias a exponer a los menores a posibles incidentes.
En secundaria, la presencia en las aulas alcanzó solo el 27% del alumnado. La caída en la asistencia evidencia la falta de confianza en las medidas de protección y la creciente deserción temporal impulsada por la inseguridad.
Asistencia en preescolar y primaria
En septiembre de 2024, de cada diez niños en edad preescolar, solo uno regresó a clases presenciales. Este dato revela la gravedad de la crisis y el riesgo percibido al trasladarse a los centros educativos.
La primaria siguió un patrón similar, con apenas un 11% de estudiantes en las aulas. Las comunidades educativas configuraron grupos mínimos para mantener alguna actividad, aunque con un alcance muy limitado.
Asistencia en secundaria
La respuesta de los alumnos de secundaria fue algo mejor, con un 27% de asistencia. Aun así, más de dos tercios de los jóvenes permanecieron fuera de las escuelas o recurrieron a clases en línea.
El modelo híbrido impuesto de forma improvisada no logró compensar la falta de presencialidad, y buena parte del alumnado quedó disconectada de las actividades académicas.
Planteles clausurados y días lectivos perdidos
Para diciembre de 2024 continuaban cerrados 97 planteles, un 10% del total de escuelas evaluadas. Estas clausuras parciales prolongadas muestran la dificultad para reanudar operaciones con normalidad.
Entre septiembre de 2024 y enero de 2025, la comunidad educativa perdió al menos 30 días de clase. Los días de clase perdidos comprometen el avance curricular y agravan los rezagos académicos generados por la violencia.




















































































