Renata del Castillo y su lucha contra el cáncer cervicouterino
Renata del Castillo, actriz mexicana de 42 años, falleció el 28 de abril de 2025 tras una prolongada batalla contra el cáncer cervicouterino. El diagnóstico original se realizó en 2022, cuando se detectó un carcinoma en el cuello uterino que derivó en múltiples complicaciones.
Durante los últimos tres años, la progresión de la enfermedad llevó a la aparición de metástasis en diversos órganos. Su entorno más cercano compartió detalles del avance, pero mantuvo la privacidad de momentos clave de su tratamiento.
Trayectoria artística de la actriz mexicana en telenovelas y series
Renata del Castillo comenzó su carrera a los 18 años en la telenovela Cuando seas mía, producción de TV Azteca. A lo largo de más de dos décadas participó en títulos como Lo que callamos las mujeres, Rutas de la vida y Un día cualquiera.
Posteriormente, formó parte de propuestas recientes como Vencer el desamor y Amar a muerte. También tuvo apariciones en series de alcance internacional, entre ellas Control Z en Netflix.
Su filmografía incluye participaciones en programas de Televisa, como Como dice el dicho, lo que le permitió explorar géneros dramáticos y de entretenimiento familiar. Esta diversidad de proyectos posicionó su perfil en distintos públicos.
Evolución de la enfermedad y metástasis detectadas
En 2024, la actriz reveló que el cáncer cervicouterino había evolucionado a etapa metastásica, con la presencia de tumores en hígado y pulmones. El informe médico indicó que el nivel de invasión en tejidos blandos complicó las opciones de tratamiento curativo.
La propagación acelerada de las células tumorales obligó a ajustar las dosis de quimioterapia y evaluar terapias de radiación específicas. Estas intervenciones buscaban frenar el crecimiento de nuevas lesiones, aunque el pronóstico siguió siendo reservado.
Complicaciones físicas y tratamientos de soporte
La presión de un tumor sobre el nervio ciático limitó la movilidad de Renata del Castillo, llevándola a utilizar silla de ruedas en etapas avanzadas. Esta afectación mecánica generó dolor crónico que requirió manejo con analgésicos de alta potencia.
En febrero de 2022 fue internada de emergencia por signos de dificultad respiratoria derivados de tumores en los pulmones. Ese episodio marcó un punto crítico en el protocolo hospitalario que incluyó soporte ventilatorio y cuidados paliativos.
El seguimiento médico implicó controles frecuentes de imágenes y exámenes de laboratorio para evaluar marcadores tumorales. La familia compartía solo datos esenciales sobre los cambios en la condición física y las respuestas a la medicación.
Actualizaciones sobre el estado de salud en el entorno familiar
Su hijo, Mateo, publicó informes regulares sobre la estabilidad clínica de su madre, detallando los ajustes en la medicación y periodos de reposo. Estas notas buscaban mantener informados a quienes seguían su evolución sin exponerla a especulaciones.
Los mensajes se limitaron a describir aspectos concretos del tratamiento y del día a día en casa, sin profundizar en valoraciones emocionales o declaraciones públicas de adhesión. De esta manera, se preservó el enfoque en datos médicos y hechos comprobables.