Sitio de terrorismo prolongado: Operación y evidencias macabras
Desde el año 2012 se tiene conocimiento de un rancho que operaba como escenario de actos atroces, transformándose con el tiempo en un centro dedicado a la eliminación sistemática de personas. La información recabada señala que el lugar acumulaba objetos personales, tales como montones de ropa y calzado, y se hallaban registros que vinculaban a las víctimas y a los responsables.
El testimonio relata cómo se encontró en el recinto más de 200 pares de zapatos, presencia de droga esparcida, casquillos de armas de alto calibre y material relacionado con experimentos y control de la población presa. La evidencia recopilada es parte de la descripción que dejó una de las sobrevivientes que presenció los hechos en el sitio.
Hornos clandestinos y desaparición de cuerpos: Métodos y testimonios
Uno de los aspectos más impactantes es el uso de hornos clandestinos para la incineración de cuerpos. La víctima declaró que en el rancho se contaba con estructuras destinadas a destrozar y desaparecer evidencias, calculando que aproximadamente mil quinientas personas fueron sometidas a este método de eliminación.
El relato evidencia que el funcionamiento del lugar estaba regido por el lema «sin cuerpo, no hay delito», lo cual facilitaba la eliminación de pruebas en el proceso de destrucción de restos humanos.
Detalles sobre incineración y control
La sobreviviente indicó que, al ingresar al rancho, se observaba una apariencia caótica: acumulación de objetos personales mezclados con señalizaciones de actividad delictiva, como listas de claves y sobrenombres. Este desorden contribuía a revelar cómo se estructuraba el puesto de exterminio a lo largo de los años.
Asimismo, se indicó que la existencia de hornos clandestinos no solo cumplía la función de incineración, sino que también se utilizaban para eliminar cualquier rastro de la presencia de las víctimas, confirmando la planificación y el control ejercido por los responsables.
Abusos y experimentos médicos sobre menores: Investigaciones y denuncias
El testimonio también ofrece detalles sobre prácticas que involucraban a menores, quienes habrían sido sometidos a experimentos médicos en condiciones claramente aberrantes. La descripción incluye la presencia de jóvenes secuestrados y, de manera alarmante, la inclusión de niños en estas actividades ilícitas.
Se destaca que, dentro de las acciones perpetradas, algunos profesionales de la salud estuvieron involucrados, lo que añade una dimensión adicional de crueldad al utilizar a menores para fines experimentales, servicio que reitera la magnitud y complejidad de los abusos cometidos en el rancho.
Castigos extremos y brutalidad en corrales: El uso de animales en la represión
Otra revelación descrita en el testimonio es la aplicación de castigos inhumanos, en los que a los que mostraban señales de debilidad—como llorar—se les arrojaba desnudos a un corral repleto de cerdos hambrientos. Esta medida servía como método de control y represión dentro del operativo en el rancho.
El relato señala que la víctima explicó de manera directa “te tenías que hacer bolita, porque si no los cerdos te comían”, evidenciando el uso de animales y la brutalidad que marcaba la manera en la que los responsables imponían silencio y sometimiento entre quienes se encontraban en el lugar.
Evidencias forenses en Teuchitlán, Jalisco: Restos y patrones de eliminación
Un grupo de investigadores ha realizado hallazgos que confirman la existencia de residuos humanos en el sitio, detectando fragmentos de cráneo, dentaduras y molares. Estos descubrimientos forenses refuerzan la hipótesis de que el rancho era utilizado de forma sistemática para la ejecución y desaparición de personas.
El análisis de los restos encontrados va de la mano con los testimonios que describen el uso sistemático de métodos para eliminar pruebas, resaltando nuevamente el patrón “sin cuerpo, no hay delito” y evidenciando la magnitud de los hechos ocurridos en este campo de exterminio en Teuchitlán, Jalisco.
