Lluvias ligeras durante la procesión del Día de San Juan
El 24 de julio comenzó una precipitación ligera alrededor de las 06:00 horas, justo cuando la procesión avanzaba hacia el Río Presidio. Los fieles, portando la imagen del Santo Patrono, tuvieron que desplazarse bajo una llovizna constante que no detuvo el recorrido, pero sí condicionó el ritmo de la ceremonia.
Aunque el volumen de agua fue moderado en sus primeras etapas, la presencia de nubes densas y el empeño de seguir con el rito provocaron que varios asistentes buscaran refugio en los portales cercanos. La humedad creciente marcó el tono de los primeros tramos de la caminata ritual.
Inicio de las precipitaciones matutinas
La lluvia empezó con gotas dispersas que rápidamente se convirtieron en un chubasco intermitente. Los participantes optaron por ajustar sus vestimentas y paraguas, aunque muchos prefirieron mantenerse en el recorrido sin detenerse.
Algunas familias se desplazaron bajo toldos improvisados, mientras que otros pusieron en pausa sus plegarias para resguardarse. La procesión continuó con pausas breves, reflejando la tensión entre la devoción y las condiciones meteorológicas.
Intensificación de la lluvia y afectación al convivio de tamales
Aproximadamente a las 08:00 horas, la precipitación alcanzó su punto más alto, obligando a posponer la tradicional reunión en la plazuela principal. Las gotas cayeron con mayor fuerza, creando charcos que dificultaron el montaje de mesas y bancas.
Los tamales, destinados a la convivencia comunitaria, permanecieron cubiertos mientras los organizadores valoraban el riesgo de humedad. Varios grupos optaron por trasladar parte de la convivencia a espacios techados, retrasando así la degustación hasta que amainara la lluvia.
Percepción local y augurio de abundancia de agua
Para muchos habitantes de Villa Unión, la coincidencia entre la lluvia y los actos religiosos fue vista como señal de prosperidad hídrica. La creencia popular relaciona las precipitaciones en el Día de San Juan con una temporada más favorable para cultivos y fuentes de agua.
Esta interpretación se mantiene en la memoria colectiva y refuerza la tradición de esperar señalología natural durante las festividades. La precipitación, lejos de desalentar la celebración, se integra como parte del rito con connotaciones simbólicas.
