Mazatlán, Sinaloa.– La fuerza del huracán categoría 2 Priscila dejó devastación en las costas de Mazatlán, especialmente entre los palaperos de la Avenida del Mar, quienes vieron cómo, en cuestión de horas, perdían sus fuentes de trabajo bajo el embate del fuerte oleaje.
Uno de los negocios más afectados fue el restaurante Los Galivanes, el cual colapsó por completo ante la marejada. Entre los escombros quedaron sillas, mesas, hieleras y demás utensilios que formaban parte del mobiliario del restaurante.
“Cada año, cuando viene la marejada, esta es como la cuarta vez que la tumba… esta, la otra y aquella; aquí el mar da y el mar quita”, expresó resignado uno de los trabajadores del lugar, luego de observar cómo la naturaleza, una vez más, les arrebataba lo poco que tenían.
Por su parte, David, empleado del restaurante Puerto Azul, mencionó que la pérdida fue total y que la marejada los tomó por sorpresa, sin oportunidad de resguardar sus pertenencias o proteger la estructura de los locales.
Los palaperos no solo enfrentan la pérdida económica inmediata, sino la incertidumbre de no saber cuándo podrán reactivarse. Muchos de ellos dependen de estos pequeños negocios para sobrevivir y mantener a sus familias.
Este fenómeno evidencia la vulnerabilidad del sector turístico informal frente al cambio climático y a fenómenos naturales cada vez más intensos y frecuentes.
Autoridades locales aún no han emitido un censo de daños ni anunciado apoyos directos para los afectados. Mientras tanto, quienes viven del mar, vuelven a comenzar desde cero.


















































































