Resistencia campesina y protesta agraria en Sinaloa

Angostura, Sinaloa.- Bajo un sombrero de paja y con un sol que supera los 40 grados, un productor recorre caminos polvorientos sosteniendo una lona llena de consignas. El texto en la pancarta refleja la frustración de quien ve cómo su sudor se transforma en ganancias ajenas.

Originario de Navolato, el agricultor se ha convertido en un emblema de resistencia campesina y exige, con cada paso, una revisión de las políticas que dejan al campo al margen de los apoyos institucionales.

Desigualdad en el campo mexicano y abandono institucional

El reclamo central se basa en la imposibilidad de amortizar la inversión agrícola. Con más de veinte años dedicados a la siembra y cosecha, el agricultor cuestiona por qué el fruto de su trabajo no alcanza para cubrir costos de insumos, combustible y mantenimiento de maquinaria.

Evoca los tiempos en que sus antepasados podían adquirir tractores nuevos y viviendas con los ingresos de la cosecha, en contraste con la realidad actual, en la que apenas se recupera lo invertido.

Experiencias de productores sinaloenses

La voz de este campesino representa a miles de agricultores en el estado que denuncian la falta de innovación tecnológica y la ausencia de subsidios clave para mejorar la productividad. Señalan que el incremento de precios en fertilizantes y el acceso limitado a financiamiento agrario agravan la brecha económica.

En asambleas y marchas, los productores comparten cifras de pérdidas y cuentas que “no les salen”, insistiendo en la urgencia de un plan de apoyo real que contemple diésel barato, maquinaria eficiente y asistencia técnica.

Condiciones de producción y subsidios agrícolas comparados

Frente a la situación local, el sector agrícola en países como Estados Unidos, Brasil o Argentina recibe subsidios, precios preferenciales en combustibles y acceso a tecnología de punta. Esa combinación reduce costos y refuerza la competitividad de sus cosechas en mercados globales.

En México, la falta de incentivos similares profundiza la crisis agraria, dejando al productor en desventaja al momento de negociar precios y enfrentar las variaciones climáticas sin un respaldo económico suficiente.

Mensaje simbólico y voz del agricultor

La lona que porta el productor funciona como un grito visual que cuestiona el valor real del trabajo rural. Cada manifestación en plazas y oficinas gubernamentales busca visibilizar la agonía del campo mexicano y recordar que, sin agricultores fuertes, se pone en riesgo la seguridad alimentaria.

Este acto de protesta convierte la queja individual en un símbolo colectivo: la exigencia de reconocimiento, recursos y un cambio estructural que permita al agro retomar la rentabilidad perdida.